La_vasija_agrietada

INTRODUCCIÓN:

La parábola de las dos tinajas o vasijas, es una historia o cuento muy bonito, de los que dejan poso, con capacidad para interpretar desde muchas perspectivas, pero siempre para ayudar a reconocer limitaciones personales, a favorecer el diálogo y la comunicación, a conocerse mejor, descubrir la belleza interior o exterior, a educar en valores y a levantar los ojos al Hacedor.

Como toda parábola, puede ser recurso de apoyo para diferentes encuentros y momentos. Yo la he utilizado recientemente para comenzar una ponencia en un congreso y sé que marcó el inicio y sirvió para establecer bien las conclusiones finales. Por eso la pongo a vuestra consideración.

Las imágenes se encuentran en la red y hacen alusión a esta narración.

PARÁBOLA DE LAS DOS TINAJAS

NARRADOR: Un vendedor de agua repetía cada mañana el mismo ritual: colocaba sobre sus hombros un aparejo que tenía, y a cada punta del aparejo amarraba una tinaja. Después salía al camino del río, llenaba dos tinajas y regresaba a la ciudad para entregar el agua a sus clientes.

Pero una de las tinajas tenía muchas grietas y dejaba filtrar mucha agua. La otra tinaja era nueva y estaba muy orgullosa de su rendimiento, ya que su dueño obtenía mucho dinero con la venta del agua que ella llevaba.

Al cabo de un tiempo, la pobre tinaja agrietada fue acomplejándose y sintiéndose inferior a la otra. Tanto, que un día decidió hablar con su patrón para decirle que la abandonara, por ser ya casi inservible.

vasija_grieta

TINAJA: ¿Sabes? Estoy muy triste-, soy consciente de mis limitaciones. Yo sé muy bien que conmigo tú dejas de ganar mucho dinero, pues soy una tinaja llena de grietas y, cuando llegamos a la ciudad, estoy ya medio vacía. Ya no hay nada que hacer. Por eso te pido que me perdones mi debilidad. Compra otra nueva que pueda hacer mejor el trabajo, y abandóname a mí en el camino. Ya no te sirvo…

VENDEDOR DE AGUA: Muy bien, pero ya hablaremos con más calma mañana.

NARRADOR: Al día siguiente, de camino hacia el río, el vendedor de agua se dirige a la pobre tinaja agrietada y le dice:

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VENDEDOR DE AGUA: Fíjate bien en la orilla de la carretera y dime lo que estás observando.

TINAJA ¡Nunca me había fijado!, pero en honor a la verdad, me doy cuenta de que el borde de la carretera está lleno de flores. ¡Es algo muy hermoso!.

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VENDEDOR DE AGUA: Pues bien, mi querida tinaja, quiero que sepas que si las orillas de la carretera son como un bello jardín, es gracias a ti, ya que eres tú quien la riegas cada día cuando regresas del río. Hace ya mucho tiempo que me di cuenta de que tú dejabas filtrar mucha agua. Entonces yo compré semillas de flores de toda clase y, de camino hacia el río, una mañana las sembré en la orilla de la carretera; y tú, al regresar del río, sin saberlo y sin quererlo, estuviste regando mi siembra. Y así todos los días, gracias a tus grietas, muchas semillas nacieron, los botones se abrieron, y cada día gracias a ti puedo cortar unas flores, preparar un ramillete y ofrecérselo al Creador.

VASIJA AGRIETADA[1]

NARRADOR: Y el buen hombre, inclinándose sobre el camino, comenzó a escoger las mejores flores del día para ofrecérselas al Hacedor de todo.

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Y esta vez la tinaja regó aún mejor el camino con el agua que se perdía de entre sus grietas y la que brotaba agradecida de sus ojos.

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